El chico de la última fila De Juan Mayorga

Un día, corrigiendo un examen de fracciones, leí algo parecido a esto: “Juan no puedo contestar nada porque no he estudiado pero últimamente estoy jugando muy bien al tenis el domingo me sacaron en el Marca voy a ser un campeón y tú y yo vamos a ir a celebrarlo”. Recuerdo que inmediatamente pensé: “Qué interesante que un alumno utilice un ejercicio escolar para contarte su vida”.

Lo cierto es que esas frases mal puntuadas que me entregó un adolescente me impulsaron a soñar una obra cuya acción tiene lugar en dos espacios de encuentro y, por tanto, de conflicto: el hogar y la escuela. Una obra sobre padres e hijos, sobre maestros y discípulos, sobre personas que han visto demasiado y personas que están aprendiendo a mirar. Una obra sobre el placer de mirar las vidas ajenas y sobre los riesgos de confundir lo vivido con lo imaginado, una obra que quiere hacer teatro del acto mismo de imaginar. Una obra, en fin, sobre los que eligen la última fila: aquella desde la que se ve todas las demás.