Jérôme Bel - le dernier spectacle

La única vida de un espectáculo está en el presente. El espectáculo no puede ser guardado, registrado, documentado o bien participa de la circulación de representaciones de representaciones: a partir de ahí, se convierte en algo más que espectáculo. A medida que el espectáculo intenta entrar en una economía de reproducción, traiciona y disminuye la promesa de su propia ontología. La esencia del espectáculo, como la ontología de la subjetividad aquí propuesta, está en su desaparición.